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El Padre Nuestro un asesino y genocida despreciable (página 2)




Enviado por ruanowilly



Partes: 1, 2

EL PAN NUESTRO DE CADA
DÍA DÁNOSLO HOY

Debemos, para iniciar, dejar en claro, y entenderlo
así, que aquí la palabra pan sirve para designar en
forma simbólica a todo cuanto el ser humano pueda o puede
necesitar.

Por otra parte no importa lo que designe o quiera dar a
entender el Divino Maestro con el vocablo pan, pues,
definitivamente, no es más que otra de las mentirotas de
Jesús.

¿Cuántos miles de panes o necesidades no
atendidas se nos han negado, no sólo ayer, sino que hoy y
siempre?…

El pan nuestro de cada día dánoslo
hoy
es la frase que quizá más nos ha llenado de
esperanza y de anhelos, como jamás nadie nos lo
había hecho sentir. Desgraciadamente es falsa y
demagógica; no es más que una burla a nuestro
sentido común y una amarga y cruel
ironía.

Es falsa porque no se nos ha cumplido ninguna de las
peticiones que hemos hecho desde lo más profundo de
nuestro ser. Si no lo creemos, basta con mirar en derredor
nuestro para ver el hambre y preguntarnos ¿y el pan
nuestro?; la miseria e interrogarnos ¿y el bienestar?;
la pobreza
extrema, para, también, investigar… ¿y la
opulencia?; la violencia
¿y la paz?…

La hemos llamado una burla o ironía porque se nos
ha hecho creer en algo y poner en ello toda nuestra buena fe y
voluntad en una promesa bellísima, tierna y alentadora, al
igual que candorosa y satisfactoria, pero ¡que no se cumple
nunca!.

Jesucristo se burló de una manera genial de la
humanidad que ha seguido sus enseñanzas.

Es una ironía, porque la promesa básica
dice mucho. Nada menos que de forma detallista nos ofrece el pan
y todo mundo sabe que este dura y se mantiene fresco, suave y
comible, solamente un día; para el siguiente día ya
estará diferente.

El pan únicamente sirve para el día de
hoy, para mañana estará duro y sin
sabor.

Jesús nos ofrece el pan de cada día, pues
es en el hoy, en el ahora, en este día e instante, que lo
necesitamos… ¿Y dónde está?.

¡En dónde está el pan de los
niños de la
calle!.

¿En dónde está el mendrugo de pan
para el hambriento, para el pobre, el sin trabajo, el
desamparado?…

¡Cuándo, Dios Padre, será su hoy
para ellos! ¿Cuándo?.

La ironía continúa pues, cuando decimos el
pan nuestro, eso significa que ese pan o necesidad que
llenaríamos con el pedido es para todos por igual y no
exclusivamente para el aturdido pedigüeño.

Con la frase estamos pidiendo, además, por el pan
y necesidad de todo el mundo. ¿Se habrá cumplido
este bello y tierno ofrecimiento?. No, ¡nunca!
¡Qué va!.

Tenemos impuesta una fatal dependencia del dios
bíblico, del guerrerista Yahvé de los
Ejércitos; pero bueno, que importaría si tan solo
se cumpliera, pues así se podría hasta entender la
dependencia ya que todos saldríamos beneficiados. Lejos de
cumplirse la promesa de darnos el pan nuestro de cada día
lo que nos queda, internamente, es la duda, temor y un profundo
sentimiento de abandono.

Es decir quedamos acomplejados porque nuestro Padre no
cumple el trato.

El Salmo 104:15 nos dice:

Y el pan que sustenta la vida del hombre.

Efectivamente el ser humano en general, hombres, mujeres
y niños,
y no sólo el hombre,
necesitamos el alimento para continuar viviendo. Y el pan, como
alimento primario, nos proporciona proteínas,
carbohidratos
y todos los nutrientes y elementos que no sólo nos dan
energía, sino que nos mantiene nuestros órganos en
perfecto funcionamiento.

Cuando falta el pan y los alimentos el ser
humano, y todo su organismo, se degeneran hasta morir. Es un
crimen que muchas personas mueran de hambre. Es una ignominia que
millones de niños hayan muerto y continúen
haciéndolo por la falta de pan, por la carencia de
alimentos.

¿En dónde ha estado el pan
de los niños? Y no hubiese importado que no fuera pan del
día, un pan de hoy, si con una migajas de pan duro, de
alimento de uno o dos días, aún algunos de cinco
días que no estén dañados, se hubiesen
salvado de la peor de las muertes que ser humano es capaz de
soportar tal y como lo debe ser morir de hambre.

¿No hay quién pueda suplir un mendrugo de
pan para aquellos niños que mueren de hambre? ¡NO!,
ni siquiera Yahvé, el dios bíblico, el Padre de
Jesucristo; y mucho menos esperar que lo haga el Hijo
Único.

El que carece de pan, pues, carece de todo…

Veamos lo que se nos dice desde el Génesis 28:20
y 21

E hizo Jacob voto, diciendo: Si me asiste
Yahvé y me guarda en este viaje en que voy, y me da pan
para comer y vestido para vestir, y si vuelvo en paz a casa de mi
padre, Yahvé será mi Dios.

No vamos a criticar, aunque sería muy buena la
oportunidad de hacerlo, la extorsión de Jacob hacia con
Yahvé, ni su falta de respeto y
educación
para con el Creador del Cielo y de la Tierra;
menos aún criticaríamos la duda que le asalta a
Jacob, mejos la desconfianza mayúscula hacia su divinidad,
pues no cree que el Dios de sus padres le pueda dar asistencia,
resguardo, pan y vestidos. No, no lo haremos.

Lo que nos llama poderosamente la atención, y que nos interesa de este
colorido y descriptivo versículo, es la mención del
pan que hace Jacob: Si Yahvé me da pan para comer,
entonces Yahvé será mi Dios
, es lo que
literalmente nos cuentan dijo este famoso personaje, nada menos
que el padre de la Nación
israelita.

Si el padre de la Nación
Judía, pues por Jacob es que recibió el nombre de
Israel el pueblo
hebreo, hace y deja constancia de lo que ya leímos, es
bueno preguntarnos ¿por qué nosotros no lo imitamos
y procedemos igual con Dios Padre?.

Si el Dios de la Santa Biblia, Yahvé de los
Ejércitos, el Padre Nuestro –según
Jesús- no nos da pan, vestido, protección y
asistencia, es que ¡no es nuestro Dios!.

Así nos lo dice el nieto de Abraham y no
olvidemos que Abraham, el primer socio del Dios de la Biblia,
mejor dicho de uno de los personajes del Antiguo Testamento, es
el padre de multitudes, como lo dejó bautizado el propio
Yahvé.

¿Hemos recibido, acaso, de Dios Padre, de
Yahvé, algo que podamos catalogar como el pan nuestro de
cada día?… Definitivamente que no. Entonces, y de
acuerdo al gran personaje bíblico, ¿por qué
continuar tomando a este vengativo y cruel ser bíblico
llamado Yahvé, como nuestro Dios? ¿No fue lo
suficientemente bien claro Jacob con su relato, con su duda y con
su desconfianza hacia el Dios de las Sagradas
Escrituras?.

Habrá uno que otro caso aislado que crea, o mejor
dicho que quiera creer –que no es lo mismo-, haber recibido
de Dios algo; pero si nos fijamos bien eso no es la generalidad.
Al grueso de la población ese mismo Dios de la Biblia no le
ha dado nunca su correspondiente pan de cada día. Y no se
lo ha dado, no por no recitar el Padre Nuestro, como
oración de uso diario, que lo hace, o bien otra de las
muchas bellas y hasta excelsas oraciones de súplica y
ayuda; o como bien lo deja apuntado y dicho Jacob de
asistencia y protección,
no.

Si a alguien debiese de darle Dios Padre el pan, es al
más desprotegido y desamparado, es decir al más
miserable de los seres humanos que son los que abundan en este
valle de lágrimas; porque es la gente que con más
devoción y entrega, aparte de sinceridad y amor, piden y
oran al Padre Nuestro que, supuestamente, está y permanece
en los Cielos, por una pequeña y mísera ayuda y
así tener, por lo menos, la fuerza
necesaria para aguantar vivir o sobrevivir en este tan violento
mundo, como lo pudiera ser el pan, alimentos, vestido,
protección, asistencia y la paz.

Pero de esto nada. Dios está sordo y mudo para la
humanidad que por siglos se ha desgañitado orando y
rezando una oración engaña bobos como lo es el
Padre Nuestro.

Jesucristo mismo resume en el vocablo pan todo el
significado de su propia gloria y así es como lo vemos en
Marcos 14:22 que nos dicen:

Y mientras comían, tomó pan,
habiéndolo bendecido, lo partió, se lo dio y dijo:
Tomad, esto es mi cuerpo.

¿Por qué tanta importancia para el pan?
¿Será por eso, por su gran importancia, nada menos
que se nos ha dicho que es el cuerpo de Jesús, será
por eso –repetimos- por lo que no ha llegado pan a los
niños, a los miserables y a los pobres?.

Y ¿no que bienaventurados los pobres?.
¡Qué pobres los pobres!.

Pero es el Salmo 42:3 quien pone el dedo en la llaga y
nos describe cómo y cuál es el pan que recibimos
todos los días de parte de nuestro Padre que está
en los Cielos:

Fueron mis lágrimas mi pan de día y de
noche.

¿Será conocida esta frase por los seres
humanos tan bien como para no llamarnos a engaño?.
¿Nos son, pues, lágrimas, sufrimiento, penas y
miseria, el pan real que recibimos diariamente en la gran
mayoría de hogares y familias de la raza humana en este
planeta.

El Salmo 80:4 y 5 nos retrata y confirma, a la vez, las
dádivas de Yahvé y desde aquí se nos
dice:

Yahvé, Dios de los Ejércitos,
¿hasta cuando mostrarás tu indignación
contra la oración de tu pueblo?. Les diste a comer pan de
lágrimas.

¡Qué les parece tamaña
afirmación de la realidad divina!.

Si Dios Padre manda a comer pan de lágrimas a su
pueblo elegido, nosotros que no somos ni siquiera familia del
pueblo santo de Israel, lo que hemos estado recibiendo ha sido
mucho más que lágrimas. ¿No le
parece?.

Si usted o los suyos continúan insistiendo, y
pidiendo tan sosamente el pan nuestro de cada día,
sería conveniente que no involucre a todo el
prójimo en más pan de lágrimas.
Sírvase tener el mínimo respeto por más de
cinco mil millones de seres humanos que no compartimos esa
aberrada manera de religiosidad y ya no pida por todos
nosotros.

Si quiere continuar en el mismo martirio allá
usted, pero no involucre a aquellos que ni siquiera saben el
motivo de recibir palo, miserias y pobreza, es decir
pan de lágrimas de parte de Yahvé. En todo caso si
usted quiere continuar, que ese es su derecho
constitucional bajo la libertad de
culto y de no culto, en seguir recibiendo maldades, miserias y
pobreza, como el pan de cada día, siga en esa comparsa del
Dios bíblico y repita como loro la oración del
Padre Nuestro.

Solo le pedimos que por favor no inmiscuya a los
demás. Y por ejemplo, de ahora en adelante, ya más
respetuoso del prójimo, usted pueda recitar un Padre
Nuestro discriminatorio… Padre mío,
¡sólo mío!, el que me merezco, dame
sólo a mi el pan de cada día.

De esta manera estará contribuyendo a que Dios
Nuestro Señor ya no continúe mandando a todo el
mundo la miseria, el hambre y el desamparo como lo hemos visto
hasta el día de hoy que sucede con la
humanidad.

¿Quiere usted más pruebas del
amorosísimo Padre que Jesús nos dejó
endilgado e impuesto?, pues
entonces veamos lo que nos dice el Salmo 102:1,2,9 y
10.

Yahvé, escucha mi oración. Y llegue a
ti mi clamor. No escondas de mí tu rostro en el día
de mi angustia; inclina a mí tu oído.
Apresúrate a responderme el día en que te invoque.
Por lo cual yo como ceniza a manera de pan. Y mi bebida la mezclo
con lágrimas. A causa de tu enojo y de tu ira. Pues me
lanzaste en vilo y me has arrojado.

Queda expuesta claramente la queja del salmista para con
la manera tan llena de escondrijos que Dios Padre usa.

¿Podrá El Todo comportarse como lo hace
Yahvé?.

Lo que a continuación veremos nos llama a risa y
provoca, a la vez, cólera
y mucha tristeza. Nos dice Isaías 30:20 lo
siguiente:

Y aunque os dará el Señor pan de
congoja y agua de
angustias, con todo, tu Maestro nunca más se te
ocultará, sino que tus ojos verán a tu
Maestro.

Cuando nos hacen leer cosas como estas es imposible
aguantar la pantomima religiosa a la que nos han acostumbrado. Y
es hasta malsano que personas que se dicen, y que actúan
de buena fe, continúen metiéndonos bazofia del
calibre de lo que nos dice el imbécil de
Isaías.

¡Sí, imbécil!. Y hasta nos quedamos
cortos con lo que se merece y se le pudiera decir a este
profetita barato. Si ustedes no han comprendido la
porquería que este tipo nos dice, será porque
continúan ciegos por el terror sacro.

El profeta nos regala una visión e imagen muy clara
del Señor (Adonai), el Dios de la Biblia y nos afirma que
solamente nos dará pan de congoja y agua de angustias;
pero que no hay qué temer ni de qué preocuparse,
porque ya más nunca se nos ocultará.

¡Qué grande y amoroso el Padre Nuestro!.
¡Aleluya!…

Solamente mentiras hemos recibido del Dios
bíblico cuando no también de todos los inspirados
autores del mazacote que forma la Palabra de Dios o los Escritos
Sagrados, que por defender la bondad del perverso Yahvé,
dicen cosas como las que recién hemos leído desde
Isaías.

Por defenderlo lo hacen aparecer tal cual es: terrible y
sanguinario. Pero lo que nos interesa, por el momento, es la
terrible confirmación de que es Yahvé, el supuesto
creador del Cielo y de la Tierra, el
Padre de Jesús, quien nos ha proporcionado nuestro pan de
cada día ¡pero de congoja, de angustias,
lágrimas e iniquidades!.

Si hay alguna duda bastará con mirar a nuestro
derredor para palpar, en miles de millones de personas, ese pan
de congoja y agua de angustias que alimenta a nuestros pueblos
tercermundistas que siguen la perorata cristiana de la
Biblia.

Isaías, no hay que olvidarlo, fue uno de los
grandes profetas del pueblo santo de Israel como para que dejemos
pasar por alto este detalle y no ver ahí, en esa clara
advertencia que nos deja este santo varón, la verdadera
personalidad
de Yahvé y lo que le espera a la gente que caiga en sus
redes. Fue desde
el principio que se dejó la advertencia de la clase de pan
que se recibirá de parte del Dios Padre.

Sin olvidarnos, tampoco, que desde el Génesis
3:19 también hay una clara postura divina:

¡Comerás el pan con el sudor de tu
frente!.

Y, más claro, no puede cantar ningún
gallo. ¿No le parece?.

En conclusión, mis lectores, la frase el pan
nuestro de cada día dánoslo hoy,
no significa
más que la verdad de lo que hemos recibido: dolor,
miseria, hambre, pobreza, crímenes, violencia y un total
abandono y desamparo. Hemos recibido mucho más de todo
esto que felicidad, abundancia y alimentos.

Recibimos, y a raudales, más crímenes,
violencia, abandono y abatimiento, que paz, tranquilidad,
protección y ánimo; hemos recibido, pues, lo que se
nos ha prometido por Yahvé desde su sagrada palabra y que
no es más que lágrimas de pan y de congojas y agua
de angustias.

Esto nos ha pasado por estar pidiendo, suplicando y
gimiendo por medio de una frase engañosa y estafadora de
conciencias.

PERDÓNANOS
NUESTRAS DEUDAS, ASÍ COMO

NOSOTROS PERDONAMOS A NUESTROS
DEUDORES

Aquí abrogamos nuestras faltas,
pecados y tentaciones, pero exigiendo un trato, un arreglo y
hasta un cambalache con Dios Padre. Con estas bellas palabras lo
estamos extorsionando y chantajeando con un convenio que es mucho
más favorable para el que lo recita que para quien va
dirigido.

Es decir que esto nos permite matar, robar, fornicar,
violar, narcotraficar y en fin podemos cometer cualquier
picardía y ser víctimas de una deliciosa
tentación ya que, automáticamente, seremos
perdonados y absueltos.

¡Qué fácil!
¿No?…

Si me roban algo muy bien puedo ir tras la familia del
ladrón y meterle tres o cuatro disparos a la madre del
pícaro y matarla. Contrito puedo muy bien perdonar al
ladrón por haberme robado mis pertenencias y a Dios Padre
no le queda de otra más que perdonarme ese asesinato hecho
por mí en una inocente persona.

¡Asunto arreglado! ¡Qué viva la
justicia
divina!.

Perdónanos nuestras deudas así como
nosotros perdonamos a nuestros deudores, es el permiso que
Jesús dejó instituido para vengarnos y hacernos
justicia por mano propia, pues nos da el derecho, por absurdo que
parezca, al ojo por ojo y diente por diente. La cláusula
es muy clara y terminante ya que si nosotros perdonamos lo que
nos han hecho, Dios Nuestro Señor, sin otra opción,
nos perdonará cualquier cosa que hayamos cometido en
contra del prójimo, así haya sido el mayor de los
crímenes e ignominias.

Ahora es cuando podemos explicarnos la famosa impunidad que
rodea a los ex gobernantes, dictadores, líderes
políticos y religiosos. Todos ellos perdonaron a sus
respectivos deudores y lograron disfrutar a sus anchas todo lo
podrido de sus gestiones y todo el saqueo que
hicieron.

Dios Padre así lo ordena por medio de la bella
oración que Jesús nos dejó
enseñada.

Es más, luego de matar a nuestros enemigos o
amigos (no importa pues también lo podemos hacer ya que no
hay nada que lo impida), les perdonamos el mal o el bien que nos
hayan hecho o deseado, imploramos el perdón divino y Dios
en persona inmediatamente sin tanto trámite nos lo
concede.

Y todo este jueguito divino es el que permite que
vayamos directamente al Reino de los Cielos. ¡Sólo
los bobos y los tontitos están en el Infierno!, ellos no
se sabían el truquito oculto en este ofrecimiento de
obtener el perdón de Dios a cambio de que
nosotros perdonemos al prójimo que nos hizo algún
daño o
mal.

¿No son absurdos estos mandatos divinos?.
Cualquiera con dos dedos de frente puede ver que es mucho
más fácil que Yahvé usara todo el supuesto
poder, y toda
la cacareada sabiduría que dicen tiene, y que la haya
utilizado o que la utilice para inculcarnos a los seres humanos
ha no cometer ningún pecado, faltas, delitos o
crímenes, y a no caer en las tentaciones. Pero parece que
la vanagloria divina es mucha y que Dios Nuestro Señor, el
Yahvé bíblico, necesita urgentemente de las
súplicas del pecador.

Esta frase de la oración nos indica que Dios
Padre le da mucho más importancia, respeto y preferencia
al criminal, al ruin y al depravado, que al ser humano bueno,
pacífico y digno. Es decir que, sobre la base de esa
línea divina con la que se luce Yahvé, el Dios
bíblico es uno sádico y un temible y
malévolo personaje que de divino no tiene nada.

La Biblia es el tratado por medio del cual el pecador,
que a la vez es un deudor, es perdonado por la divinidad que
allí se luce; pero también es el tratado de la
iniquidad, por eso mismo, puesto que no mide a todos con la misma
vara.

La Santa Palabra de Dios nos da la fórmula para
recibir el perdón, pero no encontramos, por ningún
lado, la solución definitiva para terminar de una buena
vez y para siempre con los pecados, crímenes, violencia,
hambre y con toda la maldad en general que asola a la
humanidad.

Es muchísimo más saludable, y
fácil, que no se den los crímenes que perdonarlos
una vez ocurren. Cuando son perdonados estamos premiando al
trasgresor, al pecador; lo peor es que le damos carta blanca para
más y mejores crímenes que se le puedan ocurrir en
ese manto de impunidad que riega la Palabra de Dios.

Con este jueguito tan absurdo que juega Dios Padre con
nosotros, solamente sale beneficiado el ruin, el malvado y el
pecador empedernido, pues a quien le toca el papel de
víctima, al desamparado y sacrificado ser humano que
sucumbe en manos del victimario, lisa y sencillamente no se le
toma en cuenta para nada.

Aquí, estimados amigos y amigas, no hay lugar
para las víctimas, sólo hay un espacio en el Reino
de los Cielos para el victimario y compinches que sepan el truco
de extorsionar a la divinidad.

Isaías 38:17 nos permite ver la clara preferencia
del Dios bíblico para con el malo y el pecador:

He aquí, amargura grande me sobrevino para mi
bien, más tu, tuviste a bien librar mi vida del hoyo de
corrupción; porque echaste tras tus
espaldas todos mis pecados.

Si Dios nos ofrece, tan gentilmente, como lo hace en la
frase anterior, de echar sobre sus espaldas todos los pecados del
hombre, ¿qué estamos esperando?… ¡Sigamos
pecando!, como bien lo dice la canción.

Es decir que no importan ni la calidad ni la
cantidad de crímenes que se cometan.

Desde el libro de Exodo
20:5 podemos conocer del modo tiránico, egoísta,
vanidoso y vengativo de ese Padre supuestamente todo
amor:

No te postrarás ante las imágenes,
ni les darás culto; porque yo soy Yahvé tu
Elohím, fuerte, celoso, que castiga en los hijos las
iniquidades de los padres hasta la tercera y cuarta
generación de los que me aborrecen.

¡Tanto ruido para tan
pocas nueces!.

¿Para qué ese desplante de prepotencia del
todopoderoso y amoroso Padre Nuestro? ¿Para qué esa
vanagloria y orgullo divino?. ¡Para qué tanta
vaina!.

Por supuesto que esta es una inútil y enorme
verborrea sagrada.

Nosotros, cualquiera de los seres humanos, ¡claro
que podemos adorar, venerar y rendirle culto y pleitesía a
cualquier imagen, aún a las diabólicas!, puesto que
de todos modos, y bajo lo que nos deja dicho el Hijo
Unigénito: todos nuestros pecados nos serán
perdonados
; aún y así aborreciéramos a
Dios Padre.

Entonces ¿para qué esos aires de grandeza
de parte del Dios bíblico?. ¡Para qué tanta
violencia, apasionamiento y amenazas del Ser Divino que se supone
es todo amor cuando nos deja advertido Yo soy Yahvé tu
Elohím, fuerte, celoso, que castiga a los hijos las
iniquidades de los padres hasta la cuarta generación de
los que me aborrecen
, si de todos modos el Padre Nuestro, el
propio Dios bíblico echa tras sus espaldas todos los
pecados, crímenes y maldades de los seres humanos
!.
¡Quién entiende a este loco Dios bíblico que
se contradice a rabiar!

Veamos ahora al no menos chiflado de Moisés que,
en nombre del Dios perdonador y en el del Padre de Jesús,
se cree el brazo derecho y vengador de Yahvé; pero lo
peor, lo imperdonable y terrible, es que el Dios todo amor y
perdonador, así como lleno de sabiduría y paz, no
aparece por ningún lado cuando más se le
necesita.

Al no intervenir aquel que Jesús nos dejó
dicho que hay que santificar su nombre, en los acontecimientos
que narraremos a continuación, nos permite hacernos una
idea exacta de la clase de personaje que es Yahvé de los
Ejércitos.

Y no mandar ni siquiera a uno de sus muchos
ángeles o mensajeros, ni a su muy amado Hijo en quien
tanto se complace, mucho menos al Espíritu
Santo a detener tamaña y execrable masacre que
Moisés comete, ya es mucho decir.

Exodo 32:25-29 nos explica con lujo de detalles el
amoroso comportamiento
de uno y la complacencia de la divinidad en ello, es decir el pan
nuestro de cada día, no hay duda:

Viendo Moisés que el pueblo estaba sin freno,
porque Aarón lo había permitido, para
vergüenza entre sus enemigos, se puso a la entrada del
campamento y gritó: ¡A mí los que
están con Yahvé!. Júntense conmigo. Y se
juntaron con él todos los hijos de Leví
(o sea
los sacerdotes del Templo) y les dijo: Así a dicho
Yahvé, el Elohím de Israel: Cíñase
cada uno su espada sobre el muslo, pasad y repasad el campamento
de la una a la otra puerta y matad cada uno de ustedes a su
hermano, a su amigo, a su deudor y a su pariente. Hicieron los
hijos de Leví lo que mandaba Moisés y perecieron
aquel día unos tres mil del pueblo. Moisés le dijo:
Hoy os habéis consagrado a Yahvé, haciendo
oblación
(ofrenda) en su hijo y en su hermano. Por
ello recibiréis hoy bendición.

¡Qué horror! ¡Qué
zángano!. ¿Por qué permitió el Dios
todo amor y comprensión, como nos lo han impuesto que es
el bíblico, tamaña masacre? ¿Se
gozaría el Padre Nuestro que está en los cielos
viendo cómo el hermano mataba a su propio hermano, el
padre a sus hijos, y los hijos a sus padres?.

¡Claro y por supuesto que se gozó!, no
faltaba más. ¡Qué va!.

Dios Padre se solazó, hasta el delirio, y el gozo
de este personaje fue mayúsculo. ¡Tremendo placer
para su majestuosa divinidad que hasta los bendijo.

¿Y el perdón? ¿Y el pan de cada
día? ¿Y el venga a nosotros tu reino? ¿Y el
Padre Nuestro?.

¡El Padre Nuestro que Jesús nos dejó
endilgado es un monstruo!.

¿Quiere usted ser hijo o hija de semejante
bestia?… ¡Allá usted hermano o
hermana!.

Y es bueno que recordemos lo que el propio Padre Nuestro
ya nos dejó dicho de su propio placer, desde uno de los
libros de la
Biblia. Deuteronomio 28:63 nos permite enterarnos de la verdad
que han querido ocultar, la que establece que a Dios Nuestro
Señor le fascina, hasta el delirio sicótico-sexual,
los crímenes y la sangre.

Leamos, pues, el autorretrato del Padre todo amor y
luego de eso habrá que meditar al respecto:

Así se gozará Dios Vuestro Señor
en arruinaros y en destruiros y seréis arrancados de la
tierra.

Si Jesús pretende ser el adalid del amor, de la
buena voluntad y del perdón ¿qué cosa hace
Moisés en la cacareada y supuesta trasfiguración
del Cordero de Dios que tiene lugar delante de Pedro, Santiago y
Juan? ¿Quién, torpe de él, querrá
dejarse fotografiar junto a un criminal y estar a la par de un
asesino genocida?… ¡nadie!, ¡mucho menos un
político!; y eso es lo que era en su tiempo
Jesús, un político, demagogo y pervertidor de
conciencias.

Ahora bien, es imperdonable que la Biblia, la mal
llamada Palabra de Dios, nos presente, pretendiendo así
justificar la divinidad de Jesucristo, a un Jesús
recibiendo bendiciones, parabienes y satisfacciones del
más grande de los criminales y genocidas del Antiguo
Testamento como lo fue Moisés.

La transfiguración la podemos leer desde Mateo
17:1-5; y no hay que despreciar en esto a Elías, el otro
personaje que surge durante la transfiguración de
Jesús, pues es otro de los más grandes asesinos y
depravados Patriarcas que Dios Padre dejó para gozarse en
los crímenes que este santo varón, profeta e
iluminado, cometió; como para que veamos retratado y
gozoso a Jesucristo entre este par de sanguijuelas y
zánganos.

1 de Reyes 18:40 nos cuenta de una masacre, de muchas,
cometida inmisericordemente por Elías quien se luce en
toda su magnitud:

Entonces Elías les dijo: Prended a los
profetas de Baal, para que no escape ninguno. Y los llevó
Elías al arroyo de Cisón, y ¡allí los
degolló!.

El amor, el perdón y la buena voluntad de
Jesús junto con los asesinos, criminales, déspotas,
los que no pueden perdonar ni comprender a sus semejantes, los
vengadores e inhumanos de Moisés y Elías nos dice
mucho.

Recordemos aquel dicho dime con quién andas y te
diré quién eres que aquí se aplica muy bien.
¿No le parece?…

Comparemos otra de las miles de contradicciones que hay
en los Evangelios. En Lucas 12:49 se nos relata la misión que
traía Jesús:

Fuego vine a echar a la Tierra; y ¡cómo
deseo que se haya encendido ya!.

¡Qué clase de violencia la que trajo el ser
todo amor!.

En Juan 3:17 se nos dice otra cosa muy diferente sobre
la misión de Jesús:

Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para
condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por medio de
él.

¡En qué quedamos por fin!
¿Quién diablos dice la verdad?.

Este versículo nos permite conocer de boca de
Juan la situación, más sin embargo nada hay
aquí que indique que lo que se dignó poner el
evangelista fue lo que Jesús le dijo que era su
misión; es decir que nada nos puede asegurar que esa frase
sea o haya salida de la boca y sentimientos de Jesús. Juan
el evangelista no hace otra cosa más que la que
haría otro fanatizado, es decir inventar excusas para
engrandecer a su líder.

Por lo tanto no es más que una absurda
invención del discípulo amado.

Muy por el contrario, en el versículo que
leímos de Lucas, este evangelista pone en boca de
Jesús el motivo por el cual está encarnado en el
planeta Tierra (¡fuego vine a echar en la tierra y
cómo deseo que se haya encendido ya!).

¿A quién le cree usted? ¿No se
estarán refiriendo a dos personajes completamente
diferentes, tanto Lucas como Juan, cuando pretende cada uno de
ellos ser el portador de la verdadera y única
misión de un muy nebuloso, confuso como contradictorio
Jesús?.

Pero continuemos en esta fiesta de contradicciones,
referente siempre al perdón. Lucas 19:9 nos
explica:

Jesús le dijo a Zaqueo, el jefe de los
cobradores de impuestos
(y
por lo tanto todo un pecador): hoy ha venido la
salvación a esta casa; por cuanto también Zaqueo es
hijo de Abraham.

La condición por medio de la cual Jesús
salva y perdona a Zaqueo era por ser hijo de Abraham, o sea
descendiente del patriarca.

¡Muy lírico!, pero dicho en forma tan
sencilla por Jesús que hasta parece ser cierto.

Ahora veamos la contradicción. En Mateo 3:7-9 se
nos dice, hablando sobre Juan el Bautista, lo
siguiente:

Al ver Juan que muchos de los fariseos y de los
saduceos venían a su bautismo, les decía:
¡Engendros de víboras! ¿Quién os
mostró cómo huir de la ira venidera?; haced, pues,
frutos dignos de arrepentimiento, y no penséis que basta
con decir en vuestro interior: tenemos por padre a Abraham;
porque yo os digo que Dios puede levantar hijos de Abraham de
estas piedras.

¿Qué tal? ¿Qué le
sucedió a Jesús al hacer tales aspavientos con
Zaqueo y delante de testigos?. Para Jesús basta y sobra
con ser hijos de Abraham para recibir el perdón y la
salvación. Y por el contrario para Juan el Bautista, esa
condición que respeta Jesús, no basta para el
perdón.

A pesar que el propio Juan el Bautista decía en
Mateo 3:11 yo no soy digno de llevar el calzado de
Jesús, porque es más poderoso que
yo.

¿Quién tiene la razón? ¿La
tendrá Jesús, el más poderoso que Juan el
Bautista? Y ¿por qué se va el evangelista sobre la
razón de Jesús que lo contradice y lo deja en
predicado?.

DIOS, EL TODO no puede perdonar nuestros pecados,
deudas, tentaciones y picardías. ¡NO!. LA VERDAD
ABSOLUTA no está para eso. DIOS está mucho
más allá de las pasiones, sentimientos y
pequeñeces del dios bíblico y del ser
humano.

Pretender obtener el perdón de DIOS por las
faltas que cometemos es otorgarle AL TODOPODEROSO el sentimiento
de la parcialidad, de la toma de
decisiones y por consiguiente de la maldad. Y todo eso
está bien para el ser vengativo y cruel que aparece en la
Biblia pretendiendo que lo tome el ser humano como DIOS, pero
actuando como un asqueroso y vil gusano
carroñero.

Aquellos que pretenden obtener el perdón de sus
culpas y maldades por medio de la oración o por la
plegaria o por la simple petición al Dios bíblico o
por pura carambola, al aceptar que Jesús vino a salvarnos
de todo pecado, pues fue enviado por el Padre, están total
y absurdamente equivocados.

Y no será AL TODO al que se estarán
dirigiendo; será a alguien que se está nutriendo de
la misma podredumbre que ese mismo alguien ha promovido entre los
seres humanos. Será a un dios que, como el de la Biblia,
el Yahvé de los Ejércitos, se ha abrogado el
título pomposo, pero inútil, de ser el Padre
Nuestro.

El perdón no vendrá de Yahvé, menos
aún podría provenir de DIOS.
¡Nunca!.

Repetir como loros, o aún sintiéndolo
profundamente adentro de nuestro ser, la frase de
perdónanos nuestras deudas, así como nosotros
perdonamos a nuestros deudores
, es demostrar el tremendo
desprecio, el poco respeto y la falta de solidaridad ante
las miles y miles de víctimas que han quedado
después que aquel pecador, llámese asesino,
violador, ladrón, tirano, secuestrador, narcotraficante y
demás miles de pícaros, se siente con derecho a
pecar únicamente para así ser grato a los ojos de
Yahvé, ser perdonado por él y tener, con ese
perdón y la gracia de Dios Padre, un lugar preferencial en
el Reino de los Cielos.

Somos nosotros los grandes instigadores del mal, del
crimen y de toda picardía que existe al proponer que DIOS
nos perdone. E insistimos, una y mil veces más,
¿por qué ese Dios de la Biblia que se auto nombra
todopoderoso y todo sabiduría, además de creador de
los seres humanos y de todo el Universo,
mejor no implanta adentro de los seres humanos el mecanismo o la
manera de evitar que cometamos pecados, crímenes, faltas y
demás picardías?.

¡Pero no!. Al Dios bíblico le fascina ser
adorado, ser vanidosamente tomado en cuenta y lo enloquece, hasta
el delirio, jugar el papel de perdonador.

Y ese remedo de reyezuelo ¡no es EL DIOS
VERDADERO!, no puede serlo. El Dios de la Santa Biblia es un
payaso y un ser engatusador y vil… ¡nada
más!.

Y NO NOS DEJES CAER EN
TENTACIÓN Y LÍBRANOS DE TODO MAL

Sigue la burla y la mala intención.
¿Cómo es posible que se le pida a Dios Padre que no
nos deje caer en las tentaciones y que nos libre de todo
mal?.

Y hacemos esta pregunta porque recién, en el
párrafo
anterior que comentábamos del Padre Nuestro, se nos obliga
a extorsionar a la divinidad bíblica con el convenio de
que Yahvé si nos perdona todos nuestros crímenes,
maldades y picardías, nosotros, ya limpios de toda culpa,
entonces y solo entonces, perdonamos a nuestros
victimarios.

Esta es otra de las grandes contradicciones que
encontramos a lo largo y ancho en la Biblia.

Le pedimos a Dios que nos libre de todo mal y el Padre
Eterno nos perdona, nos aplaude y nos alienta; inclusive nos
exhorta a continuar desempeñando el triste papelón
de malos para continuar cometiendo crímenes y a que
sigamos pecando sin importar las veces pues, para eso hay otro
apoyo, aquel que desde su Palabra nos dice Hasta setenta veces
siete, no importa, Dios Padre nos
perdonará.

En esa línea es bueno que investiguemos un poco y
saquemos a relucir quién hace o manda las tentaciones. Sin
olvidar preguntarnos ¿quién hizo el mal y
quién diablos es el responsable de la maldad? para,
entonces, empezar a caminar por la senda correcta y concluir
filosóficamente al respecto.

Desgraciadamente hay que dejar aclarado que las
tentaciones, o pruebas, y la maldad en general, nos las
envía amorosamente Yahvé, el dios bíblico;
ya que para ese desequilibrado ser constituyen únicamente
pruebas y llegar a conocer así el fondo de los corazones
del atajo de borregos que lo siguen.

Debemos conocer, de verdad, aunque nos cause dolor y
penas, el nombre y apellido del verdadero causante de todo mal,
dolor y de las adversidades que siempre han rodeado a los seres
humanos en este bello planeta.

Isaías 45:7 nos descubre al autor intelectual y
material de todas y cada una de las fatalidades que tan graciosa
como gentilmente Dios Padre ofrece de ellas salvarnos.

Yo soy Dios Vuestro Señor (Yahvé)
¡Y yo soy el creador de todas las adversidades! ¡Yo
soy el que hace todo el Mal que existe!.

Amós 3:6 ratifica lo que ya hemos leído y
presenta, además, pruebas contundentes que determinan e
identifican plenamente al causante del Mal que nos envuelve y del
cual Jesucristo misericordiosamente nos
salvará.

¿Acaso caerá el infortunio, la
desgracia, la tribulación, la pena, la miseria y todo el
Mal existente sin que Dios Nuestro Señor (Yahvé) lo
haya causado?.

Yahvé, el dios de la Biblia, nos obliga y nos
impulsa a hacer una cosa particularmente mala para que, una vez
cometida, podamos pedir perdón y gracia ante su presencia;
para así, proclamarnos como sus hijos. El asunto es que,
sin ninguna duda al respecto, es y ha sido Dios Padre el que nos
manda ese cúmulo de tentaciones, pruebas y por
consiguiente el Mal en todas sus facetas.

¿Por qué tan estúpidamente (sin
inteligencia
ni sentido común
) le pedimos al dios bíblico
que nos libre de todo mal y que no nos deje caer en las
tentaciones? ¡Si es Yahvé en persona el mismo quien
promueve las tentaciones, pruebas y todas las manifestaciones que
tiene el Mal!.

Tentación significa poner a prueba. Y poner a
prueba es inducir, provocar y promover acciones,
reflexiones, sufrimientos y aflicciones ya que, según la
sabiduría religiosa de Yahvé el Guerrero, y
nosotros no escapamos a ella, el sufrimiento y la
aflicción se experimentan como una prueba que revela
cómo es en realidad el ser humano que la
experimenta.

Que no es más que una torpe excusa. Y la excusa y
la religión
nacieron juntas.

Las tentaciones y las puestas a prueba le sirven a Dios
Nuestro Señor para tratar de conocer la realidad profunda
de nuestra psiquis más allá de las apariencias
inciertas.

¿De qué le pueden servir al dios todo
poderoso y toda sabiduría, que proclama la Biblia es
Yahvé, probar cuáles son las inciertas apariencias
del ser humano? ¿No nos conoce ya y muy bien el dios que
todo lo sabe pues? ¿No nos conoce muy bien nuestro propio
creador? ¿No sabe nada de nosotros este ser auto
proclamado omnisapiente que necesita probarnos, tentarnos y
afligirnos con todos estos actos?.

¡Qué barbaridad!. ¡O Dios Padre es
sabiduría o un tonto de capirote!.

Ya lo ven ustedes, esto sucede cuando nos dejamos
confundir con el humo y el incienso
eclesiástico.

Pero veamos otra jugada sucia, mal intencionada y
cobarde que Yahvé, el ser que siempre hemos amado y
venerado, le hace a Moisés solamente para probarlo y
tentarlo y así llegar a conocer un poco mejor al que le
sirvió de guía a su pueblo amado y
escogido.

El Padre Eterno prueba a Moisés a pesar de lo que
este gran personaje significaba para Yahvé. Y para saber
el tamaño de Moisés sólo tendremos que abrir
Deuteronomio 34:10 y leer ¡quién era de verdad el
salvado por las aguas!.

Y nunca más se levantó profeta en
Israel como Moisés, con quien trataba Yahvé cara a
cara.

¿Habrá mejor descripción del guía del pueblo
elegido para que comprendamos, de una buena vez, que ni siquiera
con ese grandioso personaje, como catalogan a Moisés, Dios
Nuestro Señor tuvo la menor misericordia? ¿No
bastó eso para Dios Padre?.

Pero bueno, lo mejor es que traigamos la jugadita que
Dios Nuestro Señor (Yahvé) le hace al profeta
más grande de Israel y con quien Dios Padre trataba cara a
cara.

En Deuteronomio 8:2 nos enteramos de la tentación
impuesta a Moisés.

Y te acordarás de todo el camino por donde te
ha traído Yahvé tu Elohím estos cuarenta
años en el desierto, para afligirte, para castigarte y
para probarte, para conocer los sentimientos de tu corazón y
saber si habías de guardar o no sus
mandamientos.

¡Con amiguitos así quién necesita o
quiere enemigos!.

Si Dios no sabía como era Moisés
¿por qué lo eligió?.

Hoy, para contratar a cualquier trabajador, no importa
en qué posición, se le exigen antecedentes,
recomendaciones y solvencias. Pero en el caso de Dios con
Moisés, nos atrevemos a preguntar: ¿y la
sabiduría divina, de la que pretende tener el dios de la
Biblia y de la que hace gala, en dónde
está?.

Ante esto solamente tendremos que reflexionar al
respecto y comparar una situación con otra. Al estar
sedientos, alguien nos pone un vaso de agua fresca, enfrente de
nosotros, con la única intención de ver si nos
tienta y para conocer si esa tentación nos obligará
a beberla.

¡Qué prueba más
estúpida!.

Y resulta que nosotros, afligidos y muertos de la sed,
suplicamos que no nos dejen caer en la tentación de beber
esa tan fresca, deliciosa y tan urgentemente necesitada agua que
nos pusieron frente a nuestra humanidad.

El dios de la Biblia se da el lujo de demostrarnos su
total ignorancia al ponernos pruebas y tentaciones y así
llegar a conocer el fondo de nuestros corazones.

¿Y la sabiduría divina, pues, en
dónde diablos está?.

Desde Romanos 7:11 leemos:

Pues el pecado, con ocasión del precepto, me
sedujo y por él me mató.

El dios bíblico nos envía la prueba y
ésta se convierte en tentación, en vehículo
de crímenes, pecado y muerte.

En Santiago 1:12 leemos:

Dichoso el varón que soporta la
tentación; porque cuando haya resistido la prueba,
recibirá la corona de la vida, que el Señor ha
prometido a los que le aman.

¿Por qué sufrir por una tentación?
¿Por qué Dios Padre nos hace sufrir
mandándonos pruebas? ¿No está, acaso,
institucionalizado el perdón correspondiente por medio de
Jesús?. ¿Qué le pasa a aquel que no
soportando la tentación impuesta por el Dios todo amor
cristiano, cae, peca y es atrapado por la tentación, pero
pide el perdón correspondiente? ¿Recibirá la
corona de la vida?.

¡Para qué la payasada de las pruebas y de
las tentaciones! ¿No tenemos asegurado el Reino de Dios
con solo pedir perdón, o con perdonar a nuestros deudores,
según el propio Padre Nuestro nos lo dice por intermedio
de su Amado Hijo?.

Cuando nos toca que vivir la tremenda experiencia de la
prueba-tentación, es conmovedoramente cruel e inhumano
conocer lo que trae aparejado tal dualidad. Unos dicen que la
prueba es un don de gracia y que la tentación es una
invitación al mal y al pecado; ya vimos que ambas son lo
mismo, pues nos hablan y se refieren a una misma cosa. El
problema es que el grupito de interesados, y sobre todo los
vividores de los preceptos bíblicos y que obtienen las
grandes ganancias producto de la
fe, son los que han encontrado la diferencia ya
descrita.

La pregunta que hay que hacerse es una muy interesante
¿en dónde termina la prueba y empieza la
tentación?.

¿Para qué repetir no nos dejes caer en
tentación y líbranos del mal?. Pues, con eso, lo
único que hacemos es negarnos a nosotros mismos. Si no,
veamos en Génesis 1:27 y 28 lo que se nos dice.

Y creó Elohím al hombre a su imagen, a
imagen de Elohím lo creó; varón y hembra los
creó. Y los bendijo Elohím y les dijo: Fructificad
y multiplicaos.

¿Para que nos van a mandar pruebas y tentaciones,
además de otros trucos, si nos hizo el dios de la Biblia a
su imagen y semejanza?. Si somos hechos exactamente como Dios
Padre ¿por qué tendría que dudar la
divinidad de su principal obra como lo somos los seres humanos?
¿No es contradictorio de parte de Jesús, y por lo
tanto tendría que haberlo sabido, que nos haya
enseñado a suplicar perdón, evitar las tentaciones
y a que se nos libre de todo mal, si supuestamente somos imagen y
semejanza de su Padre que está en los Cielos?.

O ¿es falso, acaso, lo que la Biblia dice acerca
que Dios Nuestro Señor (Yahvé y Elohím) nos
hizo a su imagen y conforme a su semejanza?. ¿Será
por eso, por falso, que somos sujetos a pruebas, trucos y
tentaciones de parte del Padre Nuestro?. Ahora bien, si es cierto
el concepto de
nuestra concepción, como que somos producto de una
creación hecha por Dios y que efectivamente nos
creó a su imagen y semejanza, entonces es peor la cosa
pues, si es así, ¿por qué el dios de la
Biblia tiene que imponernos tan estricto control de
calidad?.

¡Somos innatamente perfectos como Dios Padre lo
es!. Es más, nos lo ratifica Jesús, a pesar de ser
esta una nueva contradicción, y leemos desde Mateo 5:48
que el Maestro nos deja dicho.

Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que
está en los Cielos es perfecto.

Esta frase es una ratificación, una exigencia y
una consecuencia, por lo mismo, de la actitud del
ser humano. Sed vosotros perfectos es un mandato, una exigencia y
no tiene opción de no serlo; porque en todo caso hubiese
dicho el Maestro vosotros podéis ser perfectos, que
está sujeto a serlo o ha no serlo.

Ahora es Dios Padre quien se ratifica desde
Génesis 9:6 ya que nos dice.

El que derrame sangre de hombre, por el hombre su
sangre será derramada, porque a imagen de Elohím es
hecho el hombre.

Claro y por supuesto que vuela rápido una
interesante cuestión. ¿Y la mujer no entra
en esta colada de sangre y de ser también imagen del dios
de la Santa Biblia? ¿Machista nuestro
Señor?.

Del versículo anterior no vamos a analizar el
permiso tan claro que Dios nos da para vengarnos y desquitarnos
por lo que otro hombre nos haga. No. Lo que nos interesa es que
esta divinidad nos dice que el hombre es hecho a su
imagen.

Total que no encontramos ninguna lógica
en la frase de no nos dejes caer en tentación y
líbranos de todo mal
. ¿Será posible que
sólo somos simples conejillos de indias para este celoso,
violento y tiránico dios de la Biblia? pues si se permite
mandarnos pruebas y tentaciones, para que luego recurramos a
él, entonces, vanidosamente tocado por nuestra ardiente
súplica, graciosamente se digne perdonarnos.

¿Qué ocurre realmente?
¿Círculo vicioso? ¿Rueda de la fortuna? O
¡locura total!.

PORQUE TUYO ES EL
REINO, EL PODER Y LA GLORIA POR TODOS LOS SIGLOS
AMÉN

Con esta última frase concluye el Padre Nuestro y
Jesús nos obliga a reconocer a Dios Padre como la
única presencia y poder que hay. ¿Será
cierto todo esto? ¿Y Azazel el Dios Demonio de la
Biblia?.

En Levítico 16:7-10 tenemos una muy tierna
narración del superior a Yahvé, tanto en poder como
en respeto. En estos versículos Dios Nuestro Señor
no sólo le respeta y teme, sino que obliga al hombre a que
hacia Azazel se le tengan todas las consideraciones propias del
rango superior que representa.

Esta sumisión, que veremos en blanco y negro, es
sumamente rara pues aquí Dios Padre le rinde tributo y
honra al Diablo. La divinidad le da un lugar mucho mejor que el
que supuestamente le corresponde al propio concepto divino que la
Biblia nos ofrece en Dios Padre. El Dios-Demonio, representado
por el Espíritu Maligno, y llamado por Yahvé con el
nombre de Azazel, realmente es quien tiene la batuta del poder y
gloria y, por lo que parece, Jesucristo no sabía nada
sobre esta entidad superior en todo al Padre Nuestro; si no, no
nos hubiese dejado esta tan burlesca frase con la que termina la
oración.

Que raro.

¿Cuál es el significado que le quiso dar
Jesús cuando nos habla y asegura que tuyo es el
Reino?
. Para empezar no sabemos de qué Reino
está hablando.

Es decir que para poder responder a esta aparente y
sencilla pregunta debemos de tener en claro que Jesús era
judío, que no era cristiano, no se comportaba como
cristiano y no actuaba como cristiano. Jesucristo se comportaba,
actuaba y se desenvolvía como judío, porque era
judío, hijo de hebreos. Y, todo lo que se supone nos
dejó dicho, lo hizo haciendo referencia a su
educación como hebreo, a su experiencia como israelita y a
su creencia y a estar seguro que en
él todas las profecías de la cultura hebrea
se estaban cumpliendo.

Jesús jugó a ser el Mesías y
retorció las Sagradas Escrituras para su fin muy
personalista: ser y demostrar que era el enviado y el ungido por
Yahvé.

Ya con esta pequeña, y necesaria
aclaración, podemos embarcarnos y hablar sobre el
significado de El Reino a que Jesucristo se refiere en esta parte
de la oración del Padre Nuestro.

Cuando el Maestro dice porque tuyo es el Reino se
está refiriendo a lo que para su auditorio, eminentemente
israelita o judío, era cosa más que sabida desde
siempre: Que Israel es el Reino de Yahvé el dios de la
Biblia. Esto debe quedar bien claro.

La idea de tener un dios-rey, entre el pueblo israelita,
aparece hasta mucho después de la instalación en
Canaán. Se toma el simbolismo de hacer del dios que se
adora un rey y se tiene la idea de consagrar a su único y
particular dios con la representación simbólica de
Yahvé-Rey y entonces nace la proclama, popularmente
aceptada en los tiempos de Jesús, de que Yahvé
reina sobre Israel.

Para entenderlo mejor es bueno leer desde Jueces 8:23 el
alcance de estas cosas.

Y respondióles Gedeón: No
reinaré sobre vosotros ni reinará tampoco mi hijo.
Yahvé será vuestro rey.

Hay otras muchas referencias al reino del dios
bíblico y en 1 de Ismael 8:7 leemos.

Pero Yahvé dijo a Samuel: Oye la voz del
pueblo en cuanto te piden, pues no es a ti a quien rechazan, sino
a mí, para que no reine sobre ellos.

Más claridad no encontramos. El reino que
Jesús está afirmando que es de Dios Padre, no es
otro que la propia nación de Israel. Y cuando nosotros
recitamos, como loros y títeres, porque tuyo es el
reino
, creemos equivocadamente que este término
reino abarca a todo el universo. Que
torpes pues no es así.

El reino se refiere exclusivamente a Israel y es un
reino terrenal, pequeño y bien definido.

Hay quienes han encontrado referencias en la Santa
Biblia y nos aseguran que la universalidad del reino del Padre
Eterno es lo que ha quedado dicho en la oración del Padre
Nuestro.

El papel aguanta con todo y hasta está como
permitido que con mentiras piadosas se pretenda mantener al
rebaño en su lugar; pero cuando nosotros encontramos
claras referencias a que Israel es el reino de Yahvé es
porque esa es la idea primigenia y no hay espacio para hacer de
ello un reino universal, etéreo y hasta divino.

Que por intereses y poder, luego la hayan derivado hasta
hacer del reino un lugar divino y universal, tergiversando el
reino terrestre y fijo en Israel para abarcar a todo el Universo,
es otra cosa. Es cosa de la misma mentira en que descansan todas
las religiones.

¿Por qué habría de no cumplirse con
la cristiana?.

Pero, ¿por qué hemos creído lo
contrario? pues sencillamente porque así ha convenido a la
jerarquía eclesiástica de todos los tiempos
incluyendo la actual. Ellos, los miembros de esa élite de
la Iglesia basada
en Jesús, tratando de magnificar la imagen del
Unigénito, se les olvidó el pequeño detalle,
para ellos poco o nada importante, que Jesucristo y todos los
habitantes de aquella época tomaban a Yahvé como su
dios particular y exclusivo; además también pasaron
por alto que Yahvé Saboat reina y gobierna exclusivamente
en el territorio minúsculo de Israel.

Ese culto, y la práctica del Judaísmo,
Semitismo o Mosaísmo, era un servicio que
efectuaban los súbditos de Israel. No conocemos que los
judíos
hayan sido misioneros o que se hayan tomado la molestia de andar
predicando y convirtiendo a sus vecinos en practicantes de su
religión. Sencillamente el hebreo se apartaba de los
gentiles sin
tanta bulla; o sea de aquellos que no llevaban la religión
del pueblo de Israel y que bajo ese apelativo de gentiles los
identificaban como personas que vivían bajo otras
costumbres. Aún hoy en día nos damos cuenta de esa
discriminación que hacen los judíos
de todos los demás pueblos, razas y etnias del mundo
entero.

El Salmo 24:7 y 8 nos dice.

Alzad ¡oh puertas!, vuestras frentes, alzaos
más, ¡oh antiguas entradas!, que va a entrar el Rey
de la Gloria. ¿Quién es ese Rey de la Gloria? Es
Yahvé, el fuerte, el poderoso
(¿se
referirán a Elohím que, no lo olvidemos, su
significado es los fuertes, los poderosos?); es Yahvé
poderoso en la batalla.

Nosotros pusimos el paréntesis porque es muy
curiosa la clara referencia hacia Yahvé y eso de el fuerte
y el poderoso. Efectivamente, si no lo hemos olvidado, la palabra
Elohím es el nombre que se repite unas dos mil quinientas
veces en el Antiguo Testamento y se usa para referirse a uno de
los dos personajes que aparecen en la Palabra de Dios como la
divinidad bíblica, pero tiene un concepto pluralista, es
de muchos dioses o muchas entidades fuertes y
poderosas.

Desde Isaías 6:5 nos dice el profeta.

Entonces dijo: ¡ay de mí! que estoy
muerto; porque siendo hombre inmundo de labios y habitando en
medio de un pueblo de labios inmundos, han visto mis ojos al Rey,
Yahvé de los Ejércitos.

Dios Padre, pues, el dios de la Biblia reina sólo
en el territorio israelita para los judíos, desde el
principio de la historia del pueblo hebreo.
Y punto.

Así nos lo confirma el Exodo 19:6 cuando con
palabras textuales del dios bíblico leemos.

Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes y
gente santa. Estas son las palabras que dirás a los hijos
de Israel.

Con este compromiso Dios Nuestro Señor escoge a
toda una nación, a un pueblo en su conjunto, en forma
particular y exclusiva, y lo hace de él. El Padre Eterno
escoge a Israel como propiedad
monacal de él. Y entonces el Reinado de Dios Padre o
Yahvé es exclusivo y se manifiesta solamente entre el
pueblo hebreo y por lo tanto Israel es su único
reino.

¿Para qué buscarle tres pies al
gato?…

Leamos desde el Salmo 48:2 otra muy interesante
situación.

Es el monte de Sión, a los lados del norte, la
ciudad del gran Rey.

En Jeremías 8:16 se nos dice.

¿No está Yahvé en Sión?
¿No está en ella su Rey?.

No encontramos detalle más claro en estas dos
referencias bíblicas de que Yahvé, el Dios del
Cristianismo,
reina y reside entre los que le pertenecen.

Y es en Jerusalén desde donde reina; y es desde
Jerusalén que Dios Padre los bendice, guía y
protege. Así nos lo dice el Salmo 134:3.

Desde Sión te bendiga
Yahvé.

Miren qué curioso, aquí el salmista no nos
dice, como sí lo deja afirmado el atravesado de
Jesús, que es desde el cielo que manda sus bendiciones
Yahvé. No. Aquí es muy claro que es desde
Jerusalén o desde Sión, que es lo mismo, que
envía sus parabienes el dios de la Biblia.

¿Se habrá mudado de morada el Padre
Nuestro ya en la época de Jesús?.

Ezequiel 34:11 y 13, con un relato escandaloso, pues en
parte del mismo capítulo y en el versículo 10 dice
que está en contra de los pastores, refiriéndose a
los guías espirituales de su pueblo, nos dice.

Porque así dice el Señor Yahvé:
Aquí estoy yo; yo mismo iré a buscar mis ovejas, y
las recogeré. Y yo las sacaré de los pueblos, y las
juntaré de las tierras; las traeré a su propia
tierra, y las apacentaré en los montes de Israel, junto a
los arroyos, y en todos los lugares habituales del
país.

Israel siendo el reino de Dios Padre, posee una estructura
política
propia que, con el pasar de los años, invariablemente
tiene que cambiar. El pueblo israelita debe de contar con un rey
humano pero debidamente subordinado a la realeza de Yahvé.
Los reyes israelitas no pueden ejercer una realeza ordinaria, ya
que detentan la realeza de Dios Nuestro Señor al que deben
servir.

Leamos desde 1 de Crónicas 28:5 algo muy
interesante.

Y de entre todos mis hijos (porque Yahvé me ha
dado muchos hijos) eligió a mi hijo Salomón para
que se siente en el trono del reino de Yahvé sobre
Israel.

También podemos leer en 2 de Samuel 7:13 y 16 lo
que sigue.

Él edificará casa a mi nombre, y yo
afirmaré para siempre el trono de su reino. Y será
afirmada tu casa y tu reino para siempre delante de tu rostro, y
tu trono será estable eternamente.

Como en todo, el reinado de los hombres en Israel se
degenera y se pretende tener a Dios Padre de su parte. Es muy
lastimoso todo el acontecer de los reyes judíos ya que la
causa del reinado de Yahvé, muchas veces, no coincide con
las grandes ambiciones terrenales de los reyes; y es entonces que
aparecen los grandes profetas intentando vanamente el retorno a
la idea original del Reino de Yahvé, criticando a los
reyes y siendo estos duramente reprochados en público por
sus pecados y por su alejamiento del Señor. A la vez, son
anunciados terribles castigos que el pueblo deberá pagar y
padecer por causa de los reyes terrenos que solamente vieron sus
intereses personales.

En la larga historia del reino de Israel encontramos
muchas lágrimas, sufrimiento, sangre, penas y sacrificios.
La caída definitiva del reinado de los hombres de Israel
es debida a la estirpe del rey David pues es la que se encarga de
romper el lazo divino que los sostenía desde el principio.
Al perderse la monarquía, por el estrepitoso derrumbe de
la realeza israelita, los grandes guías y profetas del
pueblo escogido anuncian que en el final de los tiempos Israel
volverá a recobrar toda su gloria, esplendor y alianza con
el poder que los sostenía, es decir con el poder divino de
Yahvé.

Aquí, en este momento, es que aparecen las
profecías del rey del futuro, del Mesías que
deberá nacer de la estirpe y casa de David.

El simbolismo usado al describir que el Hijo del Hombre
vendrá entre nubes del cielo, sirvió a Jesús
como lema y como guía; y así buscar, con la
interpretación que hizo del Mesías,
que las profecías de los Últimos Tiempos recayeran
sobre él. Es por eso que prefirió, y él
mismo se auto nombró, como el Hijo del Hombre.

Podemos verlo en Daniel 7:13.

Jesús, pues, usa el reino de Dios como su
caballito de batalla y ocupa el lugar más importante en la
prédica y en su vida pública, que más bien
deberíamos de llamar vida política.

Al decir o dejar dicho Jesucristo, en esta parte de la
Oración, porque tuyo es el reino, no hace
más que cuidarse de respetar la subordinación a
Yahvé con la que se empezó el reinado de los
hombres en Israel y conseguir, así entonces, mantener la
imagen que él, Jesús, es el Mesías tan
esperado o sea el Rey de Israel.

En el supuesto, y continuado reinado de un hijo de la
casa de David, Jesús, en otras palabras, trata de decirle
al pueblo judío, porque es a ellos que está
dirigido el mensaje contenido adentro del Padre Nuestro y no al
mundo cristiano como tan estúpidamente y mal
intencionadamente nos lo han hecho creer; pues bien,
decíamos que Jesús trata de decirles a sus paisanos
judíos: Yo soy el Mesías, el legítimo rey
de Israel, pero el reino continúa y es de Yahvé. Yo
estoy a la cabeza de ustedes que son mi pueblo, mis
súbditos y Yahvé de los Ejércitos va delante
de mi (porque tuyo es el reino).

El mensaje de Jesús es, pues, político.
Está haciendo proselitismo y propaganda; de
eso no hay la menor duda. Y la oración del Padre Nuestro,
esa bella y excelsa plegaria, no es más que un muy
discutido discurso
político de campaña electoral. Y como todo discurso
electorero es demagógico, ambiguo y
contradictorio.

Cuando Jesucristo les arenga a sus paisanos israelitas
porque tuyo es el reino, no hace otra cosa que llevar agua
a su molino.

Ahora veamos el alcance de la parte en donde
Jesús dice a los judíos que le escuchan tuyo es
el poder.

Y antes tenemos que definir qué cosa es el
poder.

Nos encontramos con algo curioso, además de
repetitivo entre todas las demás religiones que
han existido. En todas, pero en todas las religiones, el primer
gran atributo, y que además forma parte de la esencia
misma de la particular divinidad, es el poder de su
dios.

Es la omnipotencia lo primero que se nos hace entender
como manifestación primordial y que es infaltable en
cualquier ser que se precie de ser tomado como divinidad en
determinada civilización. Pero ¿cómo
manifiesta Dios Padre o Yahvé su poderío?.
Aquí es, precisamente, en donde tiene que intervenir
obligada e interesadamente el ser humano como tal pues, se nos ha
impuesto que Dios Nuestro Señor manifiesta su
poderío a través de los mal llamados profetas,
elegidos, enviados, representantes de la divinidad, sacerdotes,
guías espirituales, santos y Mesías.

Todos ellos, cada uno de estos hombres, porque a la
mujer la dejan
fuera en un alto porcentaje, son seres humanos comunes y
corrientes sin ningún poder más que la autoridad y
prepotencia que caracteriza a la ralea de dirigentes
religiosos.

Nacen así, por la propia necesidad de contar con
el mensaje divino en blanco y negro, los libros sagrados que,
habiendo sido escritos por calenturientas y desequilibradas
mentes humanas, se les ha dado a todos estos locos, y hasta
infantiles relatos, la connotación de haber sido
inspirados directamente por Dios o por su
Espíritu.

Cuando la correcta actuación de esa particular
divinidad debería de haber sido o debe de ser por otro
camino. Si un ser tomado como poderoso, santo y divino, se toma
la molestia de usar a un individuo, o
serie de personas, para darle o darles uno o varios mensajes al
resto de seres humanos de una determinada sociedad,
¿por qué mejor no nos lo hizo saber directamente a
todos de manera simultánea?.

La misma energía pudo haber empleado esa
divinidad para comunicar un mensaje telepático a un solo
individuo que comunicárnoslo a todos los seres humanos del
planeta.

También hay que tomar en cuenta que al dios
bíblico nos lo han impuesto como un ser todopoderoso
¿por qué usar a un solo hombre o a un
pequeñísimo grupo de seres
humanos?; que, por eso mismo, por ser humanos, han tergiversado
el supuesto mensaje divino.

Si todos los habitante del planeta, hombres, mujeres y
niños, recibiéramos directamente el mensaje de Dios
Padre sería, primero, el mismo mensaje. Segundo,
así no habría lugar para malas intenciones. Y
tercero, no habría particulares interpretaciones. Y por
eso mismo ¡no existirían las iglesias, las
religiones ni los curas ni pastores!. ¡Qué
lástima!.

En todos los relatos que se refieren a los grandes
profetas, y patriarcas, del pueblo israelita, el poder de la
divinidad se ejerce soberanamente y no hay nada imposible para
él. Y es el propio Elohím quien se encarga de
hacérnoslo saber. Nos dice el Génesis 18:114
que.

¿Hay para Elohím alguna cosa
difícil?.

Pero así mismo es la Biblia la que se encarga de
mostrarnos cuan poderoso es Dios Nuestro Señor. Y desde
Génesis 32:28 nos dicen.

Y el ángel le dijo a Jacob: No se dirá
más tu nombre Jacob, sino Israel, porque has luchado con
Elohím y con los hombres, y has vencido.

Jacob, simple mortal, vence en lucha cuerpo a cuerpo al
Dios todopoderoso y eterno del Cristianismo en un combate que
dura toda una noche.

Israel, por si no lo sabían, quiere decir "el
que venció a Dios".
¿Qué tan poderoso
puede ser este Dios si fue vencido, y la divinidad bíblica
así mismo lo reconoce y acepta? ¿No será que
porque Dios Padre perdió el combate contra Jacob-Israel
esa es la causa por la que ese pobre pueblo judío ha
sufrido y padecido como nadie? ¿No será la dulce y
pequeña venganza de este Dios violento y celoso contra
todos los descendientes de Israel.

¡Para qué tanto alarde de grandeza y
poder!.

En Deuteronomio 4:35 se nos dice.

A tí te fue mostrado, para que supieses que
Yahvé es Elohím, y no hay otro fuera de
él.

Claro que cualquiera de nosotros, después de
saber un poco más de la Biblia, podemos decir y preguntar
con propiedad ¿y Azazel, el Dios-Demonio, no es más
poderoso y de mayor rango que este ser bíblico que
perdió en combate, luchando cuerpo a cuerpo, con una
persona de carne y hueso, como lo fue Jacob que, por haber
vencido a Dios Padre en combate cuerpo a cuerpo, por eso el
Todopoderoso Dios de la Santa Biblia lo bautiza con el apelativo
que describe tal acción,
como Israel?.

Por lo menos eso fue lo que nos dejó dijo el
propio Yahvé cuando nos deja ordenado lo que hay que hacer
para Azazel.

El supuesto gran poder de Dios Padre también
contempla el plano militar. ¡No podía ser de otra
manera!. Y en el colmo de la divinidad israelita, con su delirio
ilimitado de grandezas, nos dice el Exodo 12:41 lo
siguiente.

En el mismo día todos los ejércitos de
Yahvé salieron de la tierra de Egipto.

La fuerza de Israel, como nación y pueblo
elegido, permanece y emana directamente de Yahvé a
través de la invocación. Y, ahora con este concepto
de ser brazo poderoso y liberador, que de Yahvé se ha
hecho, llegamos al tiempo de Jesús, con todos los problemas
derivados por la ocupación romana del medio oriente
resurgiendo así la idea de una nueva liberación en
la población judía.

Y Jesús, que tiene la oportunidad de oro,
creyéndose el Mesías, sencillamente lo encarna y
aprovecha la oportunidad. Jesucristo entiende muy bien, y de
manera inteligente sabe que para él ya no habrá
otro momento como este y lo hace suyo; demostrándonos su
alcance político cuando obliga a decir a sus paisanos
tuyo es el poder.

Continuando con la misma línea debemos
preguntarnos ¿qué es lo que hay que entender cuando
repetimos, sin entender, tuya es la Gloria?.

Razón por la cual lo mejor será irnos a
investigar el significado de la palabra gloria y nos encontramos
que a lo largo y ancho de la Santa Biblia leemos que quiere decir
y significa en hebreo algo de mucho peso.

Para el israelita la palabra gloria no designa, como
para nosotros, tanto la fama como el valor real,
pero de acuerdo a su peso, a su contenido. Por eso vemos que a
Abraham en Génesis 13:2 se le llama muy glorioso,
pero por sus riquezas, ya que posee ganado abundante, plata y
oro.

La Gloria es el patrimonio del
rey. Salomón recibe de Dios Padre riquezas y gloria como
nadie entre los reyes del pueblo de Israel. Además el
término la gloria de Yahvé sirve para
definir al Dios bíblico en lo referente a majestuosidad,
poderío, resplandor y al dinamismo de su ser.

Con decir que hasta hubo apariciones de la Gloria de
Yahvé en forma de una llama que coronaba una
montaña y de la cual Moisés resulta quemado en su
rostro. Ya que al regresar de la montaña en donde hablaba
con Yahvé, retorna con la piel del
rostro radiante.

Para la nación de Israel el arca y la gloria
están estrechamente ligadas. Lo leemos en 1 de Samuel 4:22
en donde nos dicen:

Dijo, pues: Traspasada es la gloria de Israel; porque
había sido tomada el arca de Elohím.

La gloria de Yahvé llena el templo en 1 de Reyes
8:11.

Y los sacerdotes no pudieron permanecer para
ministrar por causa de la nube; porque la gloria de Yahvé
había llenado la casa de Yahvé.

Que mejor argumento para Jesús que, sabedor del
profundo significado para su pueblo de la gloria de Yahvé,
cuando dice a sus paisanos judíos que para orar deben
decir también porque tuyo es el reino, el poder y la
gloria.

No se está diciendo nada del otro mundo, como tan
torpemente hemos creído que fue la cosa ahora y
aquí en el futuro de ese lejano remedo de Mesías.
Jesucristo quiere representar el papel de Hijo de Dios y es
lógico que el heredero de los bienes y
atributos de su padre sea el hijo; pero es Jesús el que
pretende heredar materialmente el reino, el poder y la gloria de
Yahvé, el dios tiránico y falso que se muestra desde las
páginas de la Biblia.

El Padre Nuestro, como oración, no es más
que un discurso de un político desesperado que anda en
campaña proselitista y que sutilmente deja ir el mensaje a
las masas; buscando el apoyo político que la muchedumbre
que lo escucha le pueda dar en un momento determinado.

Con lo que este pobre fanatizado y engreído
Jesucristo no contó fue con el propio criterio del pueblo
israelita a quien trataba de embaucar en su aventura de
presentarse como el Mesías liberador; el pueblo no
sólo no le hace el menor caso, sino que le abandona en el
momento en que él más lo necesita.

Consecuentemente Jesús es pavorosamente tratado y
en el colmo del suplicio es crucificado vivo con una leyenda en
la parte alta de su cruz que identifica el crimen cometido para
merecer tamaño castigo: Jesús Rey de los
judíos.

Por lo menos fue reconocido su interés
político por el Gobernador Pilatos quien,
rápidamente, y con la astucia de ser también un
político, descubre la ambición de Jesucristo y todo
el alcance de llegar a convertirse en el rey de Israel. Y
así lo demuestra, no sólo la forma en que
Jesús murió, sino el letrero que le fue colocado en
su cruz.

Para concluir es bueno que lea usted, por favor, desde
Deuteronomio 21:22 y 23, desde donde se enterará de la
verdadera esencia bíblica que interesadamente hoy nos han
ocultado y que se complementa muy bien con la confirmación
que de todo esto nos legaliza y confirma el torpe de San Pablo
desde Gálatas 3:13.

Saquen su sagrada Biblia y lean ambos pasajes, pues de
esa manera lograremos que ustedes se interesen en estudiar
profundamente que lo que motivó a estar entre la verborrea
y la mentira Cristiana –que usted ha practicado- no es
más que la burla más grande en la que nos han
embarcado.

 

 

 

Autor:

Willy Ruano

Investigador y escritor

 

Partes: 1, 2
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